LUNA
MENGUANTE
José Cubero
Luna
Ed.
MurciaLibro, sep. 2019
A Pepe Cubero le gusta escribir, no
hay más que ver el ritmo que lleva de satisfacer el gusto por la Literatura de
los que poseen o poseemos esa virtud. Lo ha convertido en su ocupación del
tiempo que le ha brindado su jubilación; no lo tendríamos que llamar un
profesional de la escritura, sino que la profesa, la siente, la vive, hay que
imaginarlo en su rincón de escritor, disfrutando como un “chiquillo con zapatos
nuevos”, que se decía antes. Su capacidad literaria le sale por los poros, y
así les aporta esa vitalidad a sus escritos, ya sea contándonos sus
experiencias vividas, sus “memorias”, sus “prosas de atardecer”, donde da
rienda suelta a sus pensamientos, su poesía, su pintura y sobre todo sus
dibujos, donde “cuenta” los rostros de sus amigos, con trazos del mismo lápiz o
bolígrafo con el que escribe, como si fuera un párrafo más…
Ahora nos
sorprende con su “Luna Menguante”, cuyo ejemplar presenta en su portada una
composición, diseñada por Diana Escribano, a propuesta de la editorial
MurciaLibro, en la que aparece una cabeza de una persona mayor con un faro en
la línea de sus ojos, podía hacer referencia a alguno de los relatos que
contiene, pero yo la interpreto como la sabiduría de la edad avanzada y la
luminosidad y claridad de ideas en este período brillante en inteligencia,
aunque, hay que reconocerlo, entrando en ese período de la vida en el que la
“luna menguante” va conduciendo a la oscuridad, pero sabiendo que en ese ciclo
le sucede la “luna creciente”, y la noche vuelve a ir aclarándose cada vez más,
es como la “noche americana”, truco que se utiliza en el cine para dar la
impresión que es de noche, pero sin embargo se nota el contraste de la luz y de
las sombras.
Con esa “Luna Menguante”, Pepe Cubero vuelve a brillar, y nos
transmite veintiocho relatos, como deben ser, muy cortos, aquello de ”lo bueno
si breve…”, donde a través de narraciones, monólogos e incluso diálogos, nos va
contando unas historias, que yo llamaría “parabólicas”, no de figura literaria,
sino geométrica, donde la curva de la tensión del relato sube hasta su punto
máximo, y de nuevo baja hasta resolver la trama, con soluciones de lo más
insospechado, y donde juega con las emociones del lector, unas veces por el
propio tema y su resolución, o por que lo lleva a unos ejes de coordenadas que
no son los habituales, y termina en resultados, además de inesperados, en otras
realidades.
Gracias,
Pepe Cubero por permitirnos disfrutar con tus obras, y darnos la luz de ese
faro que no solo sirve para guiar naves, sino también nuestros sentimientos y
pensamientos.
¡Hasta la
próxima! Ah, y ahora comprendo que dejaras de fumar…
José Alberto Sáez de Haro
Noviembre, 2019
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